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La sección de cortos, una de las estrellas del Festival Audiovisual Bariloche

Maln Otao Foto Eugenia Neme
Malén Otaño. Foto: Eugenia Neme.

Las secciones del Festival Audiovisual Bariloche (FAB) relativas a los cortometrajes, con la competencia binacional argentino-chilena, su apartado nacional y los proyectos en construcción, configuraron una de las programaciones más originales y mejor logradas del encuentro.

En el caso de los nacionales, un caso a destacar por su visión compositiva, carácter atmosférico, labor en la colorimetría, efectos especiales, dirección de arte y fotografía, es el corto dirigido por Yael Arcuschin de la Universidad del Cine, titulado «La sed», en el que se narra un confuso mundo en el que se encuentran dos jóvenes que se despiertan sedientos y deben recorrer el ámbito natural que les toca en suerte, donde se cruzan con criaturas fantásticas.

Otro de los mejores cortos es la comedia negra de Sofía Szelske, de Buenos Aires, «Después de las 12», que maneja mucho humor mechado con suspenso y thriller psicológico para redondear una muy buena obra en torno a la Navidad y un oscuro personaje que trabaja de Papá Noel en una juguetería, que se llevó varias carcajadas de la audiencia.

«Almendras amargas», del porteño Andrés Denegri, también se anotó en las preferencias de los espectadores a partir de una esmerada ambientación a fines de los setenta y de manejar una aproximación tensa y muchas veces humorística con toques de Roman Polanski en la que un matrimonio se instala en un nuevo departamento con una vecina muy particular deseosa de regalarles postres, en el contexto mediático de las andanzas de la envenenadora «Yiya» Murano.

La participación de Cecilia Petrujno con «Tres deseos, una verdad» fue muy bien recibida, con una sentida temática que la directora blanquea como propia al dedicar el filme a su madre, víctima de violencia de género, en la que se cuenta la triste historia de una niña, también golpeada por su padre, y su pequeño hermano, que planean desde sus añoranzas infantiles maneras mágicas para que sus progenitores se separen para terminar con su oscura coyuntura.

«El nombre del hijo», de Martina Matzkin, se las ingenia con sensibilidad y destreza para tocar un tema de trillada actualidad en el mundo audiovisual como la temática trans y acomete un buen resultado al evitar lugares comunes y mantener hasta el final la incógnita de qué es lo que acontece, haciendo un buen aporte a un subgénero que muchas veces se queda meramente en las buenas intenciones, debiendo originalidad.

En el corto documental «Las picapedreras», Azul Aizenberg explora la denominada Huelga grande de Tandil impulsada por los obreros picapedreros en 1908. A partir de registros históricos incompletos que la impulsaron a completarlos, la directora también aprovecha la oportunidad para hacer una reivindicación del rol femenino en la cuestión al notar que esa dimensión no estaba contenida en la historiografía.

Con una impronta deliberadamente propagandística en sus evocaciones y conclusiones finales, el corto también impactó fuerte en la programación por diferenciarse del resto en su exhortación a la rebelión como bandera y actitud políticamente activista.

Por otra parte, el ciclo aportó también variedad con «Yon», un logrado trabajo que limita con el video arte a través del formato documental, en el que Bárbara Lago usa material videográfico de su infancia para crear con mucha muñeca, a partir de la edición las imágenes, unas secuencias que exhiben mucho estilo y conocimiento del montaje para narrar sus particulares primeros años de vida, abarcando temáticas de identidad y sexualidad queer.

También se destacó el platense Eduardo Igolnikow, con su cómico corto «Rebelado», que narra el devenir de un local de foto carnet y fue de los filmes que más carcajadas se llevó en su proyección.

Sección Binacional

En la sección Binacional se destacó «Ayudemos al virus», de Ana Fresco, con una particular distopía pandémica con mucho humor negro sobre un grupo de jóvenes vándalos que busca contagiar de Covid-19 a los ancianos locales.

En esa sección se proyectó también «Primavera» de Leonel Planes, «Troquel del mundo distraído» de Sebastián Bravo Díaz, «Nain» de Abril Sanz, «Un niño solo» de Miguel Garcés, «No es ella» de Samuel González, «Inche Felipe» de Walter Castro Veliz, y «Reminiscencia» de Juan Pablo Duprez, entre otros.

Otra de las secciones con mayor proyección es la Competencia patagónica de Proyecto en Construcción, que a través de cortos y a manera de muestra de un trabajo que busca ser ampliado, tiene a cineastas de la región que aspiran a desarrollar sus ideas.

Un diálogo con Malen Otaño

De esa sección, Télam conversó con Malen Otaño, de San Martín de los Andes, que presenta «Miren Felder», nombre de su abuela, quien acompañó a su marido en una misión diplomática a Brasil en los 60.

Maln Otao Foto Eugenia Neme
Malén Otaño. Foto: Eugenia Neme.

La pareja vivía allí cuando empezó la dictadura de Castelo Branco. El clima de época y la vida familiar quedaron retratados por el abuelo de la realizadora, fotógrafo aficionado. Años más tarde, fue funcionario de la dictadura.

La realizadora encuentra mensajes que le deja su abuela y visita un medium en Brasil para encontrarse con ella, luego de su muerte en un accidente aéreo. Se trata de un proyecto de cortometraje documental y experimental, con el recurso del «found footage».

«En el corto investigo, interrogo y construyo el personaje de mi abuela que murió en un accidente aéreo en 1977 y los efectos que eso produjo en el linaje femenino», planteó la artista, de 38 años, que se formó en Córdoba como psicoanalista y en la carrera de Artes visuales, además de capacitarse como cineasta con el programa de cine de la Torcuato Di Tella.

La temática a presentar forma parte de una serie de obras de otros formatos a partir de una aproximación multidisciplinaria que le valió a Otaño varios premios que le permitieron seguir financiando las múltiples versiones de sus proyectos.

«Vengo del mundo de las video instalaciones y el video arte; gané en 2013 como artista emergente de Córdoba y en 2015 con el premio que obtuve de Plataforma Futuro del Ministerio de Cultura de la Nación pude financiar ir a buscar el avión, e hice un rodaje muy experimental para registrarlo», contó.

Luego, en 2018, Otaño consiguió el Premio Estímulo del Museo de Bellas Artes Rosa Galisteo de Santa Fe, donde hizo una instalación con un video con las chapas del avión en el que murió su abuela.

También en 2020 editó junto a su hermana Suyai el libro «Twin Otter T-87»: «Tiene formatos mezclados, una parte narrativa, otra que es un poema hecho con recortes de diarios de la época un manual de supervivencia, fotos, mapas y diarios».

«Además estoy trabajando una obra con mi hermana, una película performática, ‘Las bestias’, que ganó el Fondo Nacional», añadió.

En cuanto a a competencia En Construcción, se trata de «un prólogo que ya está terminado y la idea es que funcione como una pieza separada e independiente y que se pueda mostrar cuando se convierta en largo».

«Tiene un recurso que es usar el archivo de fotos de 1964 de Brasil para contar algo que pasó en la Patagonia e intenta responder a la pregunta de qué veía mi abuela», concluyó.

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