Un documental sobre Louis Armstrong revive el fenómeno del jazz en el cine
Tras un reciente recorrido por festivales (desde Aspen hasta Roma), “Louis Armstrong’s Black & Blues” llegará a la plataforma de streaming Apple TV+ el próximo viernes 28 de octubre. El documental sobre el genial cantante y trompetista, probablemente el músico más carismático y popular de la historia del género, reaviva una de las relaciones artísticas más fructíferas como la que existe entre el cine y el jazz.
Armstrong (1901-1971) logró trascender todos los prejuicios, superar todos los límites para convertirse en pasión de multitudes en todo el mundo y en una estrella mediática incluso en tiempos de racismo extremo. El documental dirigido por Sacha Jenkins (el mismo de “Wu-Tang Clan: Of Mics and Men”) y producido por figuras como Brian Grazer y Ron Howard es, claro, un tributo al artista que cambió el jazz para siempre en sus múltiples y muy diversas facetas, incluidas sus múltiples participaciones en películas como “A Rhapsody in Black and Blue”, “Dinero del cielo”, “Artistas y modelos”, “Feriado todos los días”, “Going Places”, “Una cabaña en el cielo”, “Nace una canción”, “Glory Alley”, “Música y lágrimas”, “Alta sociedad”, “Las cinco monedas”, “París vive de noche” o “Hello Dolly!”.
Pero además sus participacione son un registro de época, ya que muestra los abusos sufridos por la población negra y la creciente vinculación de Armstrong -que a pesar de ser ya famoso sufría constantes segregaciones hasta en los clubes en los que tocaba para un público mayoritariamente blanco- con el movimiento por los derechos civiles.
El documental comienza con nada menos que Orson Welles explicando por qué Armstrong es uno de los mayores artistas de la historia. Esa es solo una de las perlas de un documental pletórico de hallazgos.
El trabajo de investigación para conseguir material de archivo de las diferentes épocas (filmaciones en muchos casos íntimas, grabaciones caseras, fotos familiares, participaciones televisivas, fragmentos de shows y hasta notables textos ensayísticos que él escribió y que son leídos por el rapero NAS) es prodigioso y en medio de ese auténtico collage visual se escuchan en audio testimonios de, entre otros, los músicos Wynton Marsalis, Archie Shepp, Count Basie, Artie Shaw, Miles Davis y Dizzy Gillespie, el actor Ossie Davies, historiadores del jazz como Dan Morgenstern y Ricky Riccardi o personas muy cercanas durante buena parte de su vida como su esposa Lucille Armstrong.
Desde sus orígenes en Nueva Orleans y su trabajo con su ídolo Joe King Oliver hasta su éxito masivo primero en Nueva York y luego recorriendo todo el mundo, la vida de Armstrong, con esa risa contagiosa, esa voz ronca y una forma de cantar que hizo escuela (se analizan las influencias que tuvo sobre Ray Charles, Sam Cooke, James Brown y otros exponentes del soul, pero también del hip hop, el funk, el rock y el pop), se reconstruye con absoluto detalle y precisión en este documental insoslayable para los amantes del jazz en general y del gran Satchmo en particular.
Cine y jazz, una larga y duradera relación
“Louis Armstrong’s Black & Blues” es solo la más reciente incursión en el jazz dentro de una relación que se extiende casi desde los inicios de la historia del cine tanto a nivel de documentales como de ficciones. Cualquier recorrido y enumeración de este tipo resultará inevitablemente limitada y caprichosa, pero incluso cayendo en el injusto y antojadizo recorte por suerte nunca faltarán films valiosos.
Empecemos por acercamientos biográficos: Diana Ross fue Billie Holiday en “El ocaso de una estrella” (“Lady Sings the Blues”, 1972), de Sidney J. Furie (hace poco Andra Day la volvió a encarnar en “Estados Unidos vs. Billie Holiday”); Forest Whitaker se sumergió en la dura existencia de Charlie Parker en la extraordinaria “Bird” (1988), de Clint Eastwood; Don Cheadle dirigió y protagonizó “Miles Ahead” (2015), sobre el revolucionario Miles Davis; y Ethan Hawke interpretó a Chet Baker en “Born to Be Blue” (2015), por citar solo unos pocos.
La ficción también nos regaló, por ejemplo, “El cantor de jazz” (1927), producción de la Warner con Al Jolson (más influyente por inaugurar el cine sonoro que por cuestiones meramente artísticas); “El trompetista” (“Young Man With A Horn, 1950), de Michael Curtiz, con Kirk Douglas, Lauren Bacall y Doris Day; “The Connection” (1961), ópera prima de la cineasta Shirley Clarke; “New York, New York” (1977): de Martin Scorsese, sobre la relación entre un saxofonista (Robert De Niro) y una cantante (Liza Minnelli); “Cotton Club” (1984), de Francis Ford Coppola, ambientada sobre todo en el club del título; “Alrededor de medianoche” (1986), del francés Bertrand Tavernier, con un gigante del género como Dexter Gordon; “Mo’ Better Blues” (1990), de Spike Lee; “Kansas City” (1996), de Robert Altman; “Dulce y melancólico” (1999), de un amante y cultor del jazz como Woody Allen; y -ya más recientemente- el film animado de Pixar “Soul”, así como valiosos trabajos de Damien Chazelle como “Whiplash: música y obsesión”, “La La Land: ciudad de sueños” y la serie “The Eddy”.
¿Documentales? “Jazz on a Summer’s Day” (1959), sobre la edición 1958 del Festival de Newport en la que tocaron Thelonious Monk, Dinah Washington, Gerry Mulligan y un tal Louis Armstrong; “Let’s Get Lost” (1988), de Bruce Weber, sobre Chet Baker; “Thelonious Monk: Straight, No Chaser” (1988), de Charlotte Zwerin; “A Great Day in Harlem” (1994), de Jean Bach; “Calle 54” (2000), trabajo del español Fernando Trueba sobre la movida del Latin Jazz; “Jazz” (2001), ambiciosa serie de Ken Burns; “The Girls in the Band” (2011), de Judy Chaikin, sobre mujeres muchas veces no reconocidas que hicieron brillantes aportes como instrumentistas; “What Happened, Miss Simone?” (2015), de Liz Garbus, sobre la inmensa cantante y pianista Nina Simone; “I Called Him Morgan” (2016), sobre el trompetista Lee Morgan; “Blue Note Records: Beyond the Notes” (2018), sobre el fundamental sello discográfico; “Quincy” (2018), sobre el extraordinario Quincy Jones; y “Miles Davis: Birth of the Cool” (2019), de Stanley Nelson, sobre ese artista descomunal e inimitable ¿Que faltan muchos otros? Por supuesto. A completar entonces la lista.