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Roxana Amed abre nuevas sonoridades al latin jazz en «Unánime»

Docente en la Frost School of Music Amed es parte activa de una intensa escena musical internacional
Docente en la Frost School of Music, Amed es parte activa de una intensa escena musical internacional.

La cantante de jazz argentina Roxana Amed, radicada en Miami, acaba de lanzar en plataformas «Unánime», un registro de estudio que cuenta con invitados como el guitarrista flamenco Niño Josele, el pianista cubano Chucho Valdés, Pedro Aznar, el guitarrista brasileño Chico Pinheiro y la cantante y trompetista venezolana Linda Briceño, y que viene a redefnir los lineamientos del latin jazz, estandarizado en modos rítmicos y sonoridades propias del Caribe.

El disco, que aporta nuevos aires a un jazz pensado en castellano, respira sonoridades de una Latinoamérica que puede estar vinculada con canciones ancestrales y de infancia venezolanas, aires clásicos de la música cubana o el jazz rock del argentino Luis Alberto Spinetta, amalgamados alrededor de la finísima concepción vocal de Amed, una de las grandes cantantes que ha dado la historia del jazz del sur.

El material, ecléctico en sus elecciones pero no en su concepción sonora, abre con el legendario «Flamenco Sketches» de Miles Davis en dupla de Amed con Josele, trae «Nueva luna, mundo arjo» de Spinetta que Amed arremete junto a Pedro Aznar, visita «Agua y vino de Egberto Gismonti con el guitarrista brasileño Chico Pinheiro, descubre al compositor cubano Ignacio Cervantes («Los tres golpes» y «Adiós a Cuba», ambos en feat con Chucho Valdés), y se adentra en la canción «Nostalgia andina» en un dúo imperdible con Linda Briceño, entre otras joyas

Con más de 10 años de residencia en Miami, donde es docente en la prestigiosa Frost School of Music de la Universidad de la ciudad, Amed es parte activa de una intensa escena musical internacional y está al frente de una increíble banda que se prende fuego en estudio y que integran el pianista Martín Bejerano; el contrabajista Edward Pérez, el baterista Ludwig Afonso y el guitarrista Tim Jago, capaces de abrazar entonaciones de introspección cool a arrebatos rítmicos de altísimos grooves con la misma prestancia y vuelo.

«Claramente esto no es caribeño, que es la manera como se concibe internacionalmente el latin jazz, este es un trabajo donde busqué invitados de distintos países de América Latina y España acostumbrados a la fusión pero que tuvieran la capacidad de conservar su identidad al combinar su música con el jazz», destaca Amed en charla con Télam en una primera precisión sobre el material en el que también actuó como productora.

«La idea -agregó- es empezar a hacer una presencia en la escena internacional y que todos los que estamos en el sur y trabajamos la fusión con el jazz estadounidense podamos poner en presencia nuestras músicas; me gusta que miren, por ejemplo, cómo mezclamos el jazz con Spientta, en una fusión que viene desde el sonido».

El disco respira sonoridades de una latinoamrica
El disco respira sonoridades de una latinoamérica.

– Télam: La presencia de la música latinoamericana es muy fuerte en el material, algo poco frecuente.
– Roxana Amned: Esa era la idea, hay un tema como «A veces, no siempre» donde aparece el landó peruano, o el trabajo con Linda Briceño con una canción venezolana que la remitía a su infancia; no quería que fuera un álbum de world music ni un catálogo de músicas pintorescas sino encontrar el equilibro donde respetás las raíces y llevás eso a un sonido propio que, en mi caso, siempre estuvo asociado al jazz. En todo el proceso estuve muy pendiente de que se mantuviera la esencia de cada canción y de que cada invitado se pudiera expresar con la máxima libertad confiando en su talento y que como productora había elegido la persona indicada y el tema perfecto para ella.

– El disco también tiene una altísima característica vocal y en ella propone una forma de scat, alejada también de la habitualidad y lo cristalizado.
– Al scat se lo entiende como la silábica que se usa en el bebop de los 40 y 50, hacer scat parece que es hacer algo especificio de cierta época del jazz, pero para todo el jazz contemporáneo se usan otras sílabas, es como que uno tiene que ir desarrollando un lenguaje de sílabras y rimas que tengan que ver con el ritmo que emplea que es algo sumamamente importante en el scat. En mi caso, viene de haber aprendido en el jazz tradicional pero además de buscar las silabras que contaran mejor la historia de la canción que estaba cantando, a veces es como un lamento, como en «Adiós a Cuba, a veces es como un instrumento, pero siempre siento que tiene que ser muy vocal, que suene como una persona cantando, cantando sin letra pero que no se sienta que falta la letra, por ahí va un poco la gracia.

– En el disco resalta una unidad sonora que engloba todo el material pero a la vez las canciones van por distintos lugares, algunas más introspectivas, más íntimas y otras que tienen un groove tremendo.
– Sí, hay momentos en que el groove es muy fuerte, en «Dos tribus» con Martín Bejerano o en «Los tres golpes» donde se alternan Chucho y Martín se producen situaciones superactivas, pero también en «Flamenco sketch» que tiene las guitarras del Niño Josele que se prenden fuego, todo fue saliendo según las canciones que elegíamos con los invitados y cómo pensábamos abordarlas.

– ¿Cómo te sentís en el rol de productora?
– Mi primer disco, «Limbo» lo produjo Pedro Aznar que terminó de cocinar el material y puso toda su sabiduría musical y tecnología, de hecho él ganó su primer Gardel por la ingeniería de sonido de ese disco, pero yo ya le presenté el material con una serie de decisiones tomadas. Después estuvieron los discos con Adrián Iaies («Cinemateca Finlandensa») y con Frank Calberg («La sombra de su sombra») que produje con ellos; «Ontology» (dos nominaciones a los Latin Grammy) e «Inocencia» son discos que produje sola. Me gusta todo de la producción de un disco: elegir el repertorio, elegir o hacer o encargar los arreglos, quiénes son los musicos para grabarlo, si tengo invitados que el invitado se luzca, encontrar el mejor repertorio para lo que quiero decir vocalmente; lo que más me cuesta cuando produzco es que llego al estudio muy poco relajada por todo lo que tuve que hacer para estar ahí y en esas condiciones, pero me encanta y me divierte muchísimo imaginar un disco y después llevarlo adelante.

– ¿Y este cómo imaginaste «Unánime» cuando lo ideabas como productora?
– Quería encontrar un lugar de cita que iba a ser yo y mi voz en donde pudiera invitar a otros artistas que también trajeran su propio bagaje de cultura de sus países, quería que nos encontráramos todos y cargar con la responsabilidad de contar eso, desde elegir el repertorio o el artista hasta la tonalidad en que iba a cantar. El objetivo tiene que ver también con seguir sosteniendo mi identidad argentina en la escena internacional, es una hermosa responsabilidad que abrazo y sostendré y que ojalá lleve a que se vayan conociendo más artistas del país, porque es muy difícil poder salir de Argentina con la música de uno, tener los contactos, viajar, tocar en el exterior, entonces está bueno que los que estamos afuera hagamos de puente de los que están en el país, hay algo social y algo afectivo en eso.

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