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Martín Sued creó una Orquesta Assintomática en pandemia y avisa que «Igual estamos acá»

La Orquesta Assintomatica
La Orquesta Assintomatica

El bandoneonista y compositor Martín Sued, radicado en Portugal desde finales de 2019, aprovechó los primeros permisos en pandemia para armar allí la plurinacional y cooperativa Orquestra Assintomática con la que lanzó el atrapante álbum debut «Igual estamos acá», una experiencia sobre la que apunta que «la situación anómala, como suele pasar, propició la creación de algo nuevo».

«En 2020, en esa etapa de parcial desconfinamiento en Portugal, ya estaba de vuelta en Lisboa, instalándonos allá junto a mi compañera y ni bien vi posible organizar un encuentro hablé con algunos de los músicos con los que más afinidad había sentido desde que llegué al país, proponiendo un encuentro semanal de laboratorio», evoca Sued durante una entrevista con Télam.

Martín Sued y Orquesta Assintomática

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De sólida formación y permanentes búsquedas, Martín lideró el quinteto Tatadios (con el que registró dos discos), como solista publicó «Iralidad» y tocó y grabó con Pablo Ziegler, Daniel Binelli, Guillermo Klein, Diego Schissi, Quique Sinesi, Jairo, Liliana Herrero, y Gilberto Gil, entre más.

El músico que en la actualidad es parte del trío del guitarrista brasileño Yamandú Costa e integra dúos con los locales Bernardo Couto (guitarra portuguesa) y Marco Santos (batería y percusión), además de tocar con el grupo Jangada de Pedra, indica que el proyecto de la Assintomática «nos encontró en un momento por un lado crítico y por otro con una disponibilidad de tiempo y una voluntad de hacer música, que dudo que hubiera existido en un contexto diferente».

Sued El contexto donde uno dice algo es en gran medida parte del sentido de lo que uno est diciendo
Sued: «El contexto donde uno dice algo es en gran medida parte del sentido de lo que uno está diciendo.»

El presente de Sued incluye la creación de una obra y un arreglo para el New European Ensemble en La Haya, su integración al Glomus Camp Large Ensemble danés y colaboraciones con Pablo Ziegler y Quique Sinesi.

«El trabajo que tenía para el 2020 estaba todo por venir, y era del que hasta ese momento dependía para subsistir. La salida que pude encontrar en ese momento fue un esquema de trabajo que básicamente se trató de trabajar en el campo a cambio de casa y comida.»Martín Sued

La Orquesta Assintomática lo reúne con Ariel Rodríguez (Argentina) en piano, teclados y samplers, Sandra Martins (Portugal) en cello, Denys Stetsenko (Ucrania) en violín, Pedro Loch (Brasil) en guitarra eléctrica y Francesco Valente (Italia) en contrabajo.

Télam: Leo que al momento de registrar «Igual estamos acá», estalló la invasión a Ucrania teniendo al violinista oriundo de aquel país y conocieron a refugiados afganos ¿Cuánto impactaron esas vivencias en lo que se escucha?

Martín Sued: Durante dos semanas, en marzo de este año, antes de entrar al estudio a grabar, hicimos una residencia artística en la cual ensayamos diariamente, trabajando sobre los detalles e incorporando algunas músicas nuevas al repertorio. En esos mismos días tuvimos la oportunidad de encontrarnos en Lisboa con un grupo de músicos de Afganistán, refugiados en Portugal debido a la prohibición absoluta de la música en su país. Conocimos algunas de sus dramáticas historias en primera persona pero sobre todo compartimos la música, fue un encuentro muy enriquecedor. En esos mismos días estalló el conflicto en Ucrania, y también lo vivimos de cerca, el violinista de nuestro grupo es ucraniano y paralelamente a los ensayos el estaba en contacto con familiares que estaban viviendo la guerra en carne propia. Cuando se siente tan cerca ese dolor las contradicciones ideológicas de alguna manera pasan a un segundo plano y la música recupera su sentido fundamental: la comunicación profunda y el espacio de encuentro.

En ese contexto trabajamos la música del disco, y su nombre «igual estamos acá» tiene que ver con ese sentimiento, a pesar del dolor estamos acá, encontrándonos para crear algo juntos. Buscando algo de belleza. Tal vez la belleza sea simplemente eso: la transformación del dolor en algo mejor.

T: También por entonces se dio tu propio paso por la vida rural portuguesa ¿Las obras reunidas en el disco responden a ese período? ¿resuenan de una manera diferente?

MS: Mi llegada a instalarme en Portugal coincidió con la llegada de la pandemia. Unos pocos meses después de haber llegado a vivir a Lisboa se interrumpió, como en todo el mundo, la actividad musical. El trabajo que tenía para el 2020 estaba todo por venir, y era del que hasta ese momento dependía para subsistir. La salida que pude encontrar en ese momento fue un esquema de trabajo que básicamente se trató de trabajar en el campo a cambio de casa y comida. Mi madre en esos días estaba de visita en Portugal y debió quedarse seis meses debido al cierre de las fronteras. De manera que nos vimos en la improbable situación de vivir durante meses en el medio del campo en el sur de Portugal. Tuvimos la dicha de que la gente que nos recibió es maravillosa, y el lugar donde estábamos era un paraíso natural. En esos días trabajaba desde la primera hora de la mañana hasta el mediodía en actividades de huerta y mantenimiento en general. Durante la tarde me dedicaba a la música, pero ya sin el costado profesional. Pude recuperar una aproximación a la música sin la interferencia que muchas veces supone su combinación con el mundo laboral. En ese período compuse bastante, estudié y grabé, y de alguna manera empecé a soñar con este grupo.

De alguna manera en lo personal esto fue una manera de conectar con ese sentido de la música popular donde la música existe en un momento del día, posterior al trabajo, y surge de la necesidad de encontrarse, de comunicarse. En este sentido la música que empecé a escribir, se podría decir que es más esperanzada, que trata de brindar algo más amoroso, más simple, en comparación con las cosas que venía haciendo los últimos años.

T: Lo que proponés allí tiene una respiración tanguera ¿Qué sigue llamando la atención del género a músicos de otras latitudes?

MS: Me alegra que se escuche así, en la elección de los instrumentos para esta formación busqué que el timbre de la formación tenga ese color, con el aporte de samplers y sintetizadores, que amplían el paisaje sonoro. Si bien las composiciones no remiten a los elementos técnicos del tango, hay un color ahí, una manera de decir, que me remiten a Argentina.

El asunto de «respirar juntos» es algo que el tango tiene como prioridad, la fluctuación colectiva de tempo, por ejemplo, y la coexistencia de la vehemencia rítmica con la ternura melódica o armónica, por decir lo primero que se me viene a la cabeza. Una música donde muchas veces le damos más importancia al «cómo» se toca que al «qué» se toca.

T: Al respecto ¿Cómo y por qué decidieron conformarse como cooperativa?

MS: Si bien el grupo lleva mi nombre y las composiciones son mías, cada integrante es imprescindible. Trabajar en cooperativa responde a esto. Y también a la intención de trabajar por fuera de cierta lógica imperante y agobiante, donde se habla de «mercado», «industrias culturales», «productos», «competitividad» Y frente a la cual estamos siempre corriendo el riesgo de caer en la trampa y dejarla entrar en lo que hacemos, en lo más íntimo.

T: ¿Qué podés contar acerca de la antigua embotelladora de soda que es sede de la Assintomática?

MS: Desde hace tiempo soñaba con la posibilidad de generar un espacio para tocar donde el contexto que se cree sea afín a lo que uno está queriendo transmitir con la música. El contexto donde uno dice algo es en gran medida parte del sentido de lo que uno está diciendo. El deseo era también crear un espacio donde el público pueda sentirse parte y no un mero espectador. Desde la propuesta a mis compañeros de crear este espacio hasta que lo encontramos pasaron dos días. fui a conocer el espacio de Joao Mouro, un músico y artista plástico portugués con quien nos conocimos en Angola durante una gira que estaba haciendo con el trío del guitarrista Yamandú Costa.

Ni bien entré al espacio supe que ya lo había encontrado. Se trata de un galpón de 300 metros donde Joao tiene actualmente su taller de trabajo en esculturas de materiales reciclados. El galpón está lleno de maderas, metales y piezas de arte de su autoría y ahí creamos desde cero el espacio para tocar y recibir a nuestro público.

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