Lucas Combina, del «ascenso» del cine a querer «jugar en el Barcelona»
Lucas Combina se hizo conocido en 2017 con «La chica que limpia», serie de bajo presupuesto que por su calidad fue suceso y vendida al exterior, tras lo cual comenzó un ascendente camino que lo terminó poniendo al frente de «Un crimen argentino», actualmente en salas, y con ganas de seguir dirigiendo en las grandes ligas.
«Yo siempre le hacía el chiste a (el productor de la película) Juan Pablo Buscarini, que cuando él me llamó para ‘Un crimen…’ sentí que era Gallardo para ir a jugar a River. Y ahora quiero jugar en el Barcelona», afirmó a Télam el propio Combina, cordobés que de la ciudad se fue a vivir a las serranías de Río Ceballos con su esposa e hija.
Esta oportunidad de trabajar para un gran estudio como Warner tiene sus ventajas y desventajas. Por un lado, Combina pudo imaginar una película con un presupuesto importante y, todavía más llamativo, con un elenco que incluyó a figuras consagradas como Darío Grandinetti, César Bordón, Rita Cortese y Alberto Ajaka y a otras en ascenso, como Malena Sánchez, Nicolás Francella y Matías Mayer.
A esto se le suma el traslado de la producción durante tres meses a Rosario para rodar en varios de los escenarios originales de la historia contada en el libro homónimo del periodista y escritor Reynaldo Sietecase, sobre un asesino que era investigado por un juzgado apegado a la ley y, a la par, por un grupo de tareas en plena dictadura militar.
«Trabajar para un gran estudio también tiene sus límites y responsabilidad más grandes. Cuando los proyectos son más grandes, también los problemas pueden ser más grandes. Sea como sea, no podés fallar. Por lo menos yo lo viví así, tuve momentos más difíciles y otros no tanto, pero lo importante fue que estuve acompañado», contrapuso el realizador, que vendió su serie «La chica que limpia» a la cadena Fox.
«En el caos -comentó- tenés que saber cómo sacarle provecho a ese momento que parece caótico. Porque el cine tiene momentos que parece caótico, y el policial más. Yo trabajé muy tranquilo porque sabía que había un apoyo constante y que me respetaban decisiones, y que también había otros directores desde otras áreas remando la misma película. Esa sensación la tuve hasta el final».
En la cinta, los funcionarios van detrás del secuestro seguido de muerte del hijo de un importante empresario textil de la comunidad armenia de Rosario. Ante la presión de la opinión pública, el Gobierno militar se ve apurado a resolver el caso antes de la Nochebuena y para eso pone a disposición de los funcionarios judiciales a un grupo de tareas que hace de todo menos cumplir con la ley.
La tortura, la mentira y la extorsión son las herramientas de estos mercaderes de la violencia, que no escatiman medios para cumplir con los objetivos ordenados por sus superiores.
La película enfrenta el desafío de mantenerse como un policial enmarcado en la última dictadura cívico militar, y que ese contexto represivo con tanto peso en la historia reciente nacional no dejara a la trama en un segundo plano. Especialmente cuando el filme se ambienta en Rosario, que todavía hoy sostiene mucho del aspecto urbano de la época.
-¿Cómo fue ambientar el Rosario de 1980?
-Teníamos una ciudad que tiene muy buena preservación patrimonial arquitectónica; están muy conservadas algunas calles y hay muchas fachadas de edificios y casas que están tal cual, y es una buena base. Incluso hay calles y plazas que están iguales. Obviamente hubo una intervención de arte de producción, autos de la época, gente caminando que hay que vestirlas y peinarlas como la época, los bares, las sillas… Estuvimos en locaciones que fueron reales. Hay un bar que salía como parte del caso y el bar hoy funciona y está tal cual. Ahí filmamos una escena que está en el expediente judicial.
-Había cosas que imaginabas como ficción que estaban basadas en la realidad.
-Sí, cuando estás metido en la película estás metido en el relato, pero eso me hizo palpar otra sensación. Cuando me lo pasaron estaba en el hotel leyéndolo, no podía dejar de leerlo y en un momento doy vuelta la página y la fecha coincidía con la fecha que lo estaba leyendo y me dio una sensación así como «acá está».
-También estaba el desafío de que el contexto no se coma la trama, pero tampoco que la trama se coma el contexto.
-Sí, la idea nunca fue hacer «una película de la dictadura», pero no se podía obviar ese contexto. Ahí uno se apoya en el género policial, que te ayuda a ir y volver y también tratar con respeto esa época y no tenerle miedo. Por suerte podemos hablar de estas cosas porque la historia ya hizo justicia y esto que estamos viviendo es porque trascendimos lo que ya se vivió. Podemos hablar de esos temas y podemos construir cosas en relación a eso. Si viviéramos en un país donde no se hizo justicia, tendríamos demasiadas opiniones encontradas, pero lo bueno es poder trabajar con contexto real.
-Otro desafío fue trabajar con dos líneas narrativas, como el de la investigación del juzgado y del grupo de tareas.
-Por un lado, nosotros queríamos lograr una sensación de ambiente de trabajo, de gente apasionada haciendo lo que le gusta, que puede ser cualquier carrera como la judicial. Por otro lado, dar matices de que son personajes vivos que tienen una vida detrás de eso, que hay un personaje que quiere armar su vida y el otro opina distinto, tienen la misma edad pero son de barrios distintos entonces se confrontan distintas situaciones. Había que darle vida a los personas, darles capas, y también teníamos la realidad que nos lleva a una época nefasta.
Las cosas sucedieron porque estaba la dictadura y porque estaban estos tipos que hacían las cosas a su manera, de una forma violenta y de la peor manera que ya conocemos. Me parecía importante mostrar ese contraste y esa impotencia de lidiar y chocarte todos los días con esa pared, que te va complicando. La idea era transmitir esa sensación del momento que no se podían hacer las cosas como uno quiere.
-¿Por qué te parece eso?
–Por el accionar que había en ese momento, porque las cosas no se hacían como se tenían que hacer. Había mucho error, estaba una policía represora metida en un sistema judicial, ¿qué verdad iba a encontrar esa gente? Hacía las cosas a su manera. Yo creo que sí, por momentos no quería caer en esa, pero obviamente que el contexto es muy fuerte. Sin ese contexto el caso iba a ser distinto, estoy seguro de eso.