Las chicas no solo quieren divertirse, también exigen derechos fundamentales
“Es realmente insondable y desalentador tener que tratar de explicarle a mi hija de 11 años por qué vivimos en un mundo donde los derechos de las mujeres se están desintegrando frente a nuestros ojos”, tuiteaba Mariah Carey luego de que la Corte Suprema de los Estados Unidos decidiera que ya no existe un derecho constitucional federal al aborto en ese país.
Mientras, Madonna escribía en sus redes: “Esta decisión me ha sumido a mí y a todas las demás mujeres de este país en una profunda desesperación. Ahora, la Corte Suprema ha decidido que los derechos de las mujeres ya no son derechos constitucionales. De hecho, tenemos menos derechos que un arma”.
Pink hacía lo propio: “Seamos claros: si crees que el gobierno debe meterse con el útero de una mujer, o los asuntos o matrimonio de una persona homosexual, o que el racismo está bien, ENTONCES POR FAVOR EN EL NOMBRE DE TU SEÑOR, JAMÁS ESCUCHA MI MÚSICA. Y TAMBIÉN VETE BIEN A LA MIERDA”.
Carol King, Taylor Swift, Halsey, y una multitud de voces de mujeres del ámbito de la música, se alzaban al rato de conocerse el fallo.
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La resistencia siempre ha tenido música
Canciones hechas por mujeres que, a lo largo de más de 50 años, y desde todas partes del mundo, han roto el silencio para ponerle letra y melodía a la lucha por el derecho al aborto legal.
Así, Laura Nyro, en su canción “Gibsom Street” (1969), nos llevaba a internarnos por la calle Gibsom de Nueva York hacia el lugar donde se realizaban abortos, y su voz entonaba el amargo peso de lo clandestino:
«…deseo que mi mundo sea golpeado por aguanieve
deseo mantener mi espejo oculto
para ocultar los ojos que miraron en la calle Gibsom…»
Unos años más tarde, en 1973, irrumpían los acordes de “What a Mess”, la canción de Yoko Ono, donde podía oírsela cantar:
«Si sigues machacando contra el aborto
te diremos no más masturbación masculina.
Todos los días, matas a miles de millones de espermatozoides,
así que, ¿cómo la ves, hermano?
Qué desperdicio tener que hablar con un hipócrita como tú…»
En 1979, Peggy Seeger, a través de su canción “Nine-Month Blues”, arremetía con una ironía magistral contra dos asociaciones británicas, (la Society for the Protection of the Unborn y la Family Planning Association) que se oponían al aborto:
«…Éramos él y yo y con el niño hacíamos tres.
Pero cambiamos de opinión…
La SPUC y la FPA nos dijeron: ‘Quédate con el niño, no lo pierdas’.
Y el doctor dijo que tenía el derecho a negarse,
la ley decía que podía tratarme en el caso de que fuera rica o estuviera en peligro de muerte.
Así que me fui de allí con mis nueve meses…»
En la discografía de la prolífica cantautora feminista norteamericana Ani DiFranco son varias las canciones en las que aborda el tema del aborto. “Hello Birmingham” (1999) fue escrita a partir de dos acontecimientos ocurridos el año anterior a la composición de su canción: las bombas que recibió una clínica abortista de Birmingham, Alabama, y el asesinato de un médico abortista en Nueva York, un hecho que describe con una belleza poética abrumadora:
«…Una bala vino a visitar a un médico,
en su único lugar seguro,
una bala que garantiza el derecho a la vida
pasó zumbando junto a su hijo y su esposa
y le quitó las gafas de la cara
y la sangre se derramó del púlpito…»
Más tarde compondrá “Amendment” (2011), en donde hace resonar la pregunta: ¿No sería bueno si tuviéramos una enmienda que le diera derechos civiles a mujeres de una vez por todas?. Pero antes de estos dos temas, Ani DiFranco convirtió en canción su vivencia personal de un aborto que se realizó cuando tenía 18 años de edad. Se trata de “Lost Woman Song” (1990), donde canta:
«Abrí una cuenta bancaria cuando tenía nueve años.
Lo cerré cuando tenía dieciocho años.
Les di cada centavo que había ahorrado
y a mi sangre y a mi orina un número asignaron.
Y ahora estoy sentada en esta sala de espera jugando con los juguetes,
y estoy aquí para ejercer mi libertad de elección…»
En aquel mismo 1990, también Sinéad O’Connor le ponía letra y música a una experiencia propia en la canción “My Special Child”, y más tarde, lo haría Cat Power, en un tema titulado “Nude As the News” (1996), sobre el cual ella misma reflexiona en una entrevista con la revista Interview: “La escribí cuando era joven. Cuando apenas estaba formando mi mente, sentía remordimiento, había tenido un aborto a mis 20 años. Sentía mucha culpa, pero me he perdonado a mí misma”.
El tema “Bye Bye Baby” de la rapera Noname (Fatimah Warner) también está inspirado en las historias personales de muchas mujeres que pasaron por la experiencia de abortar.
El punk rock siempre supo gritar las cosas por su nombre y romper con los temas tabú; así, por ejemplo, las Lunachicks, una banda formada en el año 1987 por cinco neoyorquinas, agitaban conciencias con su canción «Fallopian Rhapsody» (1995), con total contundencia discursiva:
«… ¡Mantén tus manos fuera de mi cuerpo!
Nunca regreses, nunca regreses, nunca regreses, ¡no!
Toma esa percha, toma esa percha, toma esa percha
¡Y ráscate la espalda!…»
Y aquí también
En nuestro país, fue justamente desde la escena del punk rock que por primera vez la temática del aborto se visibilizó a través de la música e instaló el debate en un ámbito donde poco y nada se hablaba del tema.
Quienes lo hicieron fueron la banda She Devils, de Pat Pietrafesa, Pilar Arrese y Lula Adamo, junto a Fun People, con su EP “El aborto ilegal asesina mi libertad”. El disco, un vinilo de color rojo y en formato de 7 pulgadas, tenía dos canciones por banda: en el centro del Lado A, veíamos a una Kitty en topless alzando una cuchilla mientras giraba al ritmo de “Nada para mí” y “Baby” de She Devils. Del lado B, “Valor Interior” y “Lady”, de Fun People.
El disco traía un valiosísimo material informativo sobre anticoncepción y aborto que, por entonces, la década de los 90, no estaba a un click de distancia, y la información ya era empoderamiento per sé.
Desde el folk rock, y con la misma contundencia discursiva que el punk, canciones como “You Better Not Fuck in Texas”, de Jill Sobule, nos recomienda no coger en Texas, porque en el caso de tener un embarazo no deseado, allí no nos darán como solución ayuda médica, sino, una Biblia.
Pudimos escuchar también, a lo largo de las últimas décadas, canciones sobre el aborto en las cuales se refleja la red de contención entre mujeres que siempre caracterizó al feminismo. Canciones que funcionan como un abrazo colectivo para quienes pasan, o debieron pasar, por esa experiencia. Tal el caso de “Isobel” (1999), compuesta por Dido, en donde su voz sorora dedica sus estrofas a una chica que parte a realizarse un aborto, con versos como …deseo que estés bien, espero que estés a salvo esta noche…
En esa misma línea, Amanda Shires convocó en 2021 a reconocidas colegas para hacer «Nuestro problema», una reversión del tema “El Problema”, canción en favor del derecho al aborto que había presentado a dúo con su marido el año anterior. A diferencia de la versión original, cuya letra habla de una pareja que discute la posibilidad de un aborto, esta versión retrata la conversación de un grupo de amigas.
Se unen para interpretarla mujeres de varias generaciones: Cyndi Lauper, K.Flay, Lilly Hiatt, Nona Hendryx, Angie Stone, Linda Perry, Peaches, Morgane Stapleton y Valerie June cantan el estribillo “Estoy de tu lado” y en el bajo, suena Sheryll Crow.
Y por supuesto, también hay canciones en las que las voces de mujeres recuerdan, denuncian, las muertes por abortos clandestinos. En “Mandy Goes to Med School”, de la banda The Dresden Dolls, su cantante Amanda Palmer entona:
«…He estado llevando amigas al callejón,
dos menos ahora,
igual, ¿quién va a llevar la cuenta?…»
Y sin duda, una de las más desgarradoras canciones que se han hecho sobre este tema, es “Sally’s Pigeons” (1993) de Cyndi Lauper, en donde escuchamos la historia de dos jóvenes que son amigas desde la infancia, y una de ellas muere a causa de un aborto clandestino:
«…Ella se fue una noche con apenas un guiño,
se perdió en algún trabajo clandestino,
cierro los ojos y las palomas de Sally vuelan,
ella nunca volvió a ver esos pájaros.
Y yo, no puedo recordar cuando
una sonrisa pirata no me ha hecho llorar…»
Los chicas solo quieren derechos
Cyndi Lauper, que en el año 1983 hizo cantar y bailar a toda una generación con su tema “Las chicas solo quieren divertirse” (y “divertirse” aquí tenía una connotación política, pues hablaba de la diversión femenina como una desobediencia, el derecho a ser independiente, salir a la vida sin tutores ni encargados) volvía, diez años después, a hacernos reflexionar y estremecer con “Sally’s Pigeons”.
Y hoy, de nuevo: a partir del retroceso de los derechos de las mujeres en Estados Unidos y frente al peligro de que esto se expanda también hacia otros países, ha salido a clamar un lema para interpelar al mund, usando el título de su célebre canción “Las chicas solo quieren divertirse”, agregándole sólo una palabra y media más, que la resignifica para los tiempos que corren: “Las chicas solo quieren derechos fundamentales”.
Las mujeres de la música, una y mil veces, alzando su voz para que el mundo sea un lugar menos horrible.
* Silvia Arcidiácono y Carolina Santos son coautoras, junto a Gabriela Cei, del libro Historia del rock argentino hecho por mujeres, de próxima edición por Gourmet Musical.