La vuelta plena del Festival de Teatro de Rafaela
Con el estreno en esta ciudad de «Rota», el notable unipersonal que encarna Raquel Ameri con dirección de Mariano Stolkiner y texto de Natalia Villamil esta noche, y de «Maten a Hamlet» la comedia farsesca ideada por Los Macocos, que se verá el domingo, concluye el Festival de Teatro de Rafaela, encuentro escénico de referencia de la actividad teatral nacional.
Esta decimoséptima edición, que albergó a 33 elencos y compañías de distintas partes del país en 66 funciones realizadas en salas públicas, teatros independientes y espacios no convencionales como el vestuario del club de fútbol Atlético Rafaela o el Cementerio Municipal, marcó el regreso pleno de la actividad teatral a esta ciudad de la cuenca lechera de la provincia de Santa Fe después de las suspensiones y modificaciones que impuso la pandemia.
«Esta edición fue especial porque fue como el regreso; en 2018 tuvimos una edición que fue muy polémica por la aparición de una obra que generó mucha discusión y puso en tela de juicio la continuidad del festival; el 2019 fue complejo por el contexto económico que vivió el país, luego vino la suspensión de 2020 por la pandemia y una edición reducida y particular en 2021donde tuvimos que cambiar la fecha y adecuarnos a los protocolos que hicieron imposibles muchas de nuestras actividades habituales. Por eso siento que este 2022 volvimos a encontrarnos con el festival que queremos y nos gusta tener», cuenta a Télam Gustavo Mondino, director artístico del Festival desde 2016.
Organizado por la Secretaría de Cultura de la ciudad de Rafaela y con apoyo provincial y del Instituto Nacional del Teatro, a lo largo de nueve días, Rafaela respiró teatro con salas llenas, discusiones y una ebullición permanente para una edición que tuvo una importante participación de la escena local, muchos y variados espectáculos familiares de alta calidad en concordancia con el receso escolar y una programación para adultos con potentes recortes de la producción del teatro independiente autogestivo del país.
Además de la oferta teatral adulta nocturna este año se vio una variada y potente programación de teatro para familias.
Sí, durante muchos años al comienzo del festival instalábamos una carpa y convocábamos allí espectáculos circenses; esta edición hicimos un traslado a plazas y salas con una mirada importante en programar para toda la familia, entendiendo que estamos en vacaciones de invierno y es bueno tener propuestas para que las familias estén juntas en este momento. Hay distintas cosas: títeres, espectáculos de pequeño formato que se realizan en una sala del Centro Cultural del Mercado, obras de mayor alcance que van al Cine Teatro Manuel Belgrano con capacidad para 1.100 personas, espectáculos de plazas.
El festival es muy convocante para la gente de Rafaela, pero ¿qué pasa con el teatro en la ciudad durante el resto del año?
Siempre tenemos la inquietud de saber qué pasa con el festival como formador de espectadores, porque mucha gente apoya el evento y se suma durante el transcurso pero después la efervescencia decae. Durante el año, cada sala tiene su público, con una producción local que todavía es despareja y que algunos años es mayor y otros menor. Por este motivo estamos implementando los Laboratorios de Creación (experiencias de tres meses que ensamblan elencos locales con un director externo para producir una pieza que se ve durante el festival). En Rafaela detectamos que en el último tiempo hay un nuevo panorama de artistas que tiene que ver con la existencia y continuidad del festival, con la aparición de la escuela de artes escénicas, gente que se forma en talleres y que no se sienten parte de ningún grupo. Antes, el panorama de las artes escénicas en esta ciudad eran los grupos; estaban La Máscara, el grupo del Teatro Laserre y el grupo de Juan Carlos Cejas, pero en la actualidad los artistas escénicos dejan de querer pertenecer a un grupo para ser ellos y fusionarse con otros en alguna propuesta y por eso con los Laboratorios apuntamos a que se conozcan, que creen, que se animen a encarar proyectos y a dirigir. Entendemos que este diálogo que se puede establecer ahora entre el festival y los artistas locales es muy interesante para la proyección de la escena local.
¿Cuáles son los criterios de curaduría del festival?
Lo primero es entender que no estoy programando mi sala sino que estoy programando un festival que es de la ciudad con recursos de la ciudad; más allá de eso el universo es amplio: hay propuestas más rupturistas, que son las que a mí más me atraen y que a veces pueden despertar en determinado sector de la sociedad cierto «run run», cosas que pueden ser muy intensas; también tenemos que pensar espectáculos para las salas porque el público de cada sala es distinto, no es igual el que va a La Máscara (un teatro independiente autogestivo de la ciudad) que el que va al teatro Laserre (sala municipal). Otra cuestión tiene que ver con que nuestra premisa principal no es lo temático sino la calidad, mantener en el Festival de Rafaela un nivel de calidad alto y apostando por el teatro independiente autogestivo que se desarrolla en el país.
En el programa hay una preponderancia de obras del Área Metropolitana de Buenos Aires.
Sí, no podemos desconocer que Buenos Aires es el gran centro de producción teatral de la Argentina y después tenemos Mendoza, Santa Fe, Córdoba y las demás provincias. Para que se entienda, este año se inscribieron 400 propuestas para participar del festival y 310 fueron de Buenos Aires. Nosotros no somos la Fiesta Nacional del Teatro, que cubre una forma de programar absolutamente federal con concursos regionales, nuestro festival programa con una línea curatorial que tiene que ver la calidad de propuestas y aquello que a nosotros nos interesa mostrar y no queremos sacrificar calidad por representatividad federal porque no es la función de este festival. Otras de nuestras apuestas fuertes son que la ciudad se sienta involucrada y participe del festival y que los días en que transcurre sean también días de encuentro entre artistas.