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Dos visiones encontradas del mundo en competencia oficial de San Sebastián

La polmica Sparta de Ulrich Seidl en competencia
«La polémica «Sparta», de Ulrich Seidl, en competencia.

En un día marcado por la presencia de Juliette Binoche, que este domingo recibirá el Premio Donostia, y la gran expectativa por la primera proyección de «Argentina», 1985″, que rápidamente agotó localidades, la competencia oficial del Festival de San Sebastián sigue su marcha, con la austríaca «Sparta», de Ulrich Seidl y la danesa «Resten af Livet», de Frelle Petersen.

Consciente del revuelo previo que provocó desde el momento mismo de la iniciación del proyecto que tenía que ver con la pedofilia, Seidl trabaja desde el primer fotograma que se proyecta en la pantalla sobre la incomodidad del tema que aborda y le va sumando capas, que no hacen más que ir acercándose inexorablemente al tema y provocar una nausea difícil de tolerar.

Ewald (Wolfgang Thaler) es austríaco pero vive desde hace años en Rumania, en donde tiene trabajo y una novia que le reclama permanente un papel más activo en el sexo y con la que próximamente se va a casar. También tiene un padre internado en un asilo que desvaría con marchas nazis de la Segunda Guerra Mundial.

La insatisfacción de Ewald con su vida es evidente y la puesta se encarga de mostrar algún tipo de entusiasmo solo cuando se relaciona con niños en una plaza o arrojándose bolas de nieve en un jardín, momentos tensos en donde lo peor se insinúa pero no, la oportunidad llegará más adelante.

Y el momento llega progresivamente, porque el protagonista tiene un plan, que consiste en ir a una zona rural y montar en una escuela abandonada una «academia de yudo», en donde ofrece lecciones gratis para los chicos de la zona.

Lo que sigue es perturbador, porque Ewal se gana la confianza de los jóvenes y también de sus familias, en su mayoría pobres y abusivos, que dejan librado a un extraño a sus hijos por jornadas enteras.

Seidl provoca con el tema, pero más allá de lo que se ve y se sugiere, de entender al arte como un acto revulsivo, lo destacable del relato es el logro de viajar por las pulsiones de un abusador. En contraposición, es ubicar a la historia en un contexto de cuasi miseria, casi señalando a las familias sin educación ni recursos como los responsables que lo que les pasa a sus hijos con ese monstruo extranjero.

En el extremo opuesto, en cuanto a sensibilidad y visiones menos agrias del mundo, se encuentra la danesa «Resten af Livet», una película que aborda una tragedia familiar desde la perspectiva de cada uno de los integrantes.

Trailer «Resten af Livet»

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Egon (Ole Sørensen) y Maren (Mette Munk Plum) conforman un matrimonio mayor con dos hijos amorosos, Henrik (Eskil Tonnesen) y Line (Jette Søndergaard). Los cuatro se quieren y están pendientes de los problemas y deseos del resto.

Pero un día Henrik muere y la conmoción por la tragedia impregna la vida del matrimonio y su hija, aunque de distinta manera.

En su tercera película luego de «Hundeliv» y «Onkle», Frelle Petersen hace un estudio sobre la pérdida y el dolor de una familia, en donde se ponen en juego los sentimientos de cada uno y la posibilidad de una implosión afectiva entre los sobrevivientes.

Mientras que el padre apenas cumple con sus obligaciones laborales en su tienda de venta de café -en donde también trabajaba el hijo fallecido- y se recluye en la casa, la madre lucha por no recordar a su hijo para no desmoronarse.

Y la hija, en pleno tratamiento para poder concebir a un hijo con su pareja, no solo tiene que transitar el duelo, sino que inevitablemente empieza a funcionar como árbitro de las disputas menores de sus padres, que se hieren mutuamente, sin saber qué hacer con la ausencia.

«Resten af Livet» es una pequeña película luminosa, que aunque pueda ser una obviedad, plantea que no está mal recordar que los problemas van a llegar, pero que si hay amor, paciencia y respeto por los espacios y los tiempos del otro, algo así como una respuesta favorable se va a presentar. Una visión optimista del estado de las cosas que algún espectador corrosivo puede emparentar con la autoayuda propia de decenas de bestseller.

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