Antonio Cafiero: una vida dedicada a la democracia y la unidad del peronismo
Un político comprometido con la institucionalidad democrática y la unidad del peronismo que vio frustrado su gran anhelo de convertirse en presidente sería una definición justa para la trayectoria de Antonio Cafiero, quien este lunes cumpliría 100 años.
Contador público, militante católico, ministro del gobierno de Juan Domingo Perón y dirigente emblemático del justicialismo, Cafiero tuvo durante casi siete décadas un rol protagónico en la vida política argentina.
Nacido el 12 de septiembre de 1922 en San Isidro, se sumó desde muy joven a la Acción Católica Argentina (ACA) y desde ese lugar se incorporó a la actividad política universitaria en los años previos al surgimiento del peronismo. En esos tiempos, e incluso antes de recibirse de contador, Antonio conoció a quien sería su esposa y gran compañera de vida, Ana Goitía, con quien tuvo diez hijos y 39 nietos.
Su trayectoria como dirigente estudiantil le valió que Perón lo convocara para un cargo en el exterior y lo designara como consejero financiero en la Embajada Argentina en Estados Unidos, donde permaneció hasta 1951.
Desde Washington mantuvo con Perón un nutrido intercambio de correspondencia, en el cual Cafiero le contaba al líder del justicialismo el crecimiento de Estados Unidos y la forma en la cual se perfilaba su dominio financiero global a través de una institución como el FMI, en los primeros tiempos de la Guerra Fría.
Ocupó luego cargos en Cancillería, y con 30 años, fue designado ministro de Comercio Exterior, convirtiéndose así en el integrante más joven del gabinete del gobierno del fundador del justicialismo.
Las diferencias entre la Iglesia Católica y el peronismo supuso para Cafiero un gran conflicto personal que se trasladó a lo político. La promulgación de la ley de divorcio en 1954 marcaría un punto sin retorno en la relación entre el Gobierno y la jerarquía eclesiástica, que apoyaría decididamente las asonadas castrenses que se produjeron un año después y que provocarían el derrocamiento de Perón.
Poco antes del bombardeo a Plaza de Mayo en junio de 1955 y del levantamiento de septiembre de ese año, Cafiero dejó su cargo como ministro tras mantener largas charlas con Perón en las que no pudieron llegar a un acuerdo.
«No estaba de acuerdo con la política de Perón hacia la Iglesia, creía que había que pelearse no con la Iglesia, sino con algunos obispos que nos hacían la contra. Tuve una discusión con él y decidí que lo mejor era irme», contó el propio Cafiero sobre su alejamiento del gobierno.
Tras la caída del peronismo, Cafiero fue detenido y permaneció en prisión durante un año, para luego sumarse a la resistencia. Visitó en varias oportunidades a Perón en exilio y fue nombrado coordinador del Movimiento Nacional Justicialista en 1962.
A principios de los ’70, y cuando la convocatoria a elecciones generales sin proscripciones para el peronismo era inminente por parte del gobierno dictatorial de Agustín Lanusse, sectores sindicales impulsaron la candidatura de Cafiero a la presidencia, pero Perón se inclinaría finalmente por Héctor Cámpora.
Tras el retorno del justicialismo al Gobierno, Cafiero asumió al frente de la Caja de Ahorro y Seguro. Dos años más tarde fue designado interventor de la provincia de Mendoza por Isabel Martínez de Perón y luego Ministro de Economía, tras la crisis del «Rodrigazo».
Con la dictadura cívico militar instalada luego del golpe del 24 de marzo de 1976 Cafiero fue encarcelado y le armaron una causa judicial por el robo de un piano durante su gestión en Mendoza. Resultó sobreseído porque todo se trataba de una fabulación. El piano en cuestión (un Pleyel) aún se utiliza en conciertos que se ofrecen en el Teatro Independencia de esa provincia.
En 1983, Cafiero se puso al frente de una línea del justicialismo con la intención de competir en la interna presidencial, pero fue derrotado por el binomio que integraron Ítalo Lúder y Deolindo Felipe Bittel, quienes serían derrotados por Raúl Alfonsín en los históricos comicios del 30 de octubre de ese año.
Antes de la derrota del peronismo en las urnas, se había consensuado que Cafiero fuera candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires, un acuerdo que el exintendente de Avellaneda Herminio Iglesias decidió desconocer en un congreso partidario en el cual se quedó con esa postulación.
La quema que Herminio Iglesias hizo del cajón fúnebre con la inscripción de la UCR en el acto de cierre de la campaña de Luder constituyó uno de los episodios más recordados de la vida política argentina. Cafiero perdería las elecciones a gobernador ante el radical Alejandro Armendáriz. Más allá de cuánto pudo haber influido ese episodio en el triunfo de la UCR, lo cierto es que Iglesias quedó signado como uno de «los mariscales de la derrota» por parte de sectores del peronismo que comenzaron a reclamar una renovación.
Cafiero se puso al frente de ese proceso y, al negársele la posibilidad de poder competir en elecciones internas, se presentó por fuera en las elecciones legislativas de 1985, en las que resultó electo diputado nacional en una compulsa en la cual el peronismo estuvo dividido.
Junto con Carlos Grosso y el entonces gobernador de La Rioja, Carlos Saúl Menem, lideró la denominada renovación peronista, que impulsó la realización de internas en cada uno de los distritos, y ese proceso posibilitó su nominación para la gobernación bonaerense en las elecciones de 1987, en las que resultaría ganador.
Pero en Semana Santa de ese año, los militares carapintadas liderados por Aldo Rico se sublevaron contra el Gobierno de Alfonsín y Cafiero se puso a entera disposición de las autoridades constitucionales.
«En tiempos donde es necesario fortalecer al consenso democrático, hay que tener presente la figura de Cafiero y lo que hizo en esos días. Estuvo con Alfonsín en Casa Rosada y lo acompañó durante un discurso que dio en el balcón. Acompañó incluso al Presidente a Campo de Mayo cuando fue a hablar con los militares rebeldes», recordó en diálogo con Télam el actual diputado nacional del Frente de Todos (FdT) Leopoldo Moreau, que en 1987 era un reconocido legislador de la UCR.
El 6 de septiembre de 1987, Cafiero obtuvo un triunfo resonante en la provincia de Buenos Aires al imponerse sobre el candidato Juan Manuel Casella, de la UCR. Esa victoria lo proyectó como presidente del PJ y su candidatura a la presidencia parecía infranqueable.
Sin embargo, Menem le presentaría batalla y, al frente de sectores más ortodoxos, obtendría la victoria en una recordada elección interna que se celebró el 8 de julio de 1988. Un año después, el riojano sería electo presidente de los argentinos y gobernaría el país por más de una década.
«Alfonsín decía a sus allegados que el apoyo que Cafiero le había dado a la institucionalidad le costó perder la posibilidad de ser Presidente. En Semana Santa, Don Antonio apoyó al Gobierno sin condicionamientos. A Menem no lo pudimos encontrar», recordó Moreau.
Pese a la derrota en la interna, Cafiero se alineó con Menem en la campaña de 1989 y continuó gobernando hasta 1991. Un año antes, había impulsado una reforma de la constitución de la provincia de Buenos Aires a través de un plebiscito en la que la propuesta de modificación fue derrotada.
Se mantuvo dentro del peronismo. Fue designado como embajador en Chile, luego senador nacional y se desempeñó como convencional constituyente en 1994.
Estuvo en el Senado hasta diciembre de 2001 y, en medio de la crisis institucional de ese año con la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa, Cafiero fue designado como jefe de Gabinete durante el breve mandato de Eduardo Camaño, que estuvo al frente del Poder Ejecutivo hasta que la Asamblea Legislativa nombró a Eduardo Duhalde el 1 de enero de 2002. Cafiero retornó a la Cámara alta y permaneció en el cargo hasta diciembre de 2005.
Asumió luego al frente del instituto Juan Domingo Perón, donde se dedicó a difundir la obra y el pensamiento del General que ejerció en tres oportunidades la presidencia de Argentina.
«Me convocó a trabajar sobre los derechos de las mujeres en el Instituto y así fue como armamos la revista Género y Peronismo. Antonio siempre fue un tipo amplio que trabajó para la unidad del peronismo. Eso se podía ver en sus cumpleaños, a los cuales asistían figuras de todo el espectro ideológico», afirmó Ana Zeliz, socióloga y actual funcionaria de Cancillería.
En octubre de 2014, Cafiero murió por una afección pulmonar. Sus hijos Juan Pablo y Mario, y sus nietos Santiago y Francisco, siguieron su legado en la política.