«La Conferencia»: cuando el nazismo naturalizó el asesinato en masa
Un grupo de elevados jerarcas se reúne en una fría mañana de enero de 1942 y como si fuera una reunión normal de trabajo en una empresa cualquiera, decide con total frialdad y naturalidad la «industrialización» del asesinato en masa de judíos, algo que se retrata en «La Conferencia», película alemana que se estrena este jueves.
«Lo que le dije al productor -explicó a Télam el director del filme, Matti Geschonneck- es que tenía dos condiciones para dirigirla: una, que la película estuviera limitada a la reunión y que se pudiera mostrar como si fuera un encuentro de trabajo; la otra condición era que no hubiera música».
Geschonneck dudó un año y medio en aceptar el trabajo. Sabía que era un tema delicado y quería dar con el tono justo. No pretendía hacer una versión que tuviera mucha tensión, como «La solución final» -de Frank Pierson, con Kenneth Branagh-, sino que deseaba que su punto de vista aportara una visión de naturalidad a este grupo de genocidas.
«Creo que en realidad, los dictadores y las personas violentas se manejan de una manera tranquila… quizá no es el mejor ejemplo, pero en ‘El Padrino’, Vito Corleone, el personaje de Marlon Brando, está preocupado por su familia y haciendo su trabajo, mientras se asesinan a su alrededor.»Matti Geschonneck
«Me costaba darle la medida justa a un tema tan difícil de tratar. Es el crimen más atroz que haya cometido Alemania en toda su historia. Entonces, ¿cómo hacer de eso una película? Al caracterizar a los actores, esto no hubiera dejado de ser una ficción. Y una película, al ser una ficción, no puede pretender ser la verdad. Cómo hablaban, los gestos, el registro de los personajes… eso es algo subjetivo del director», dijo Geschonneck, de 70 años y una carrera hecha a base de cintas para la televisión local.
«Al principio, que no haya música fue el principal problema para el productor (risas). La música ayuda, pero también seduce. El objetivo era, luego de una hora y media, mostrar que todos estaban contentos con lo acordado. También evitamos poner imágenes de fusilamientos y de cámaras de gas, ya son conocidas», recordó.
Invitado para el Festival de Cine Alemán que tiene lugar en el complejo porteño Cinépolis de Recoleta, organizado por German Films y el Instituto Goethe, entre otros, el realizador aprovechó para pasear por Buenos Aires, hacer un día de campo y visitar el Museo del Holocausto. «Hay una pregunta recurrente cuando presento la película -aseguró- y es sobre lo que dice el acta de esa reunión, aunque en realidad se trata sobre las conclusiones a las que llegaron, no los intercambios que hubo».
Para completar los diálogos, los guionistas trabajaron, también, con grabaciones de Heinrich Himmler y anotaciones de Joseph Goebbels, fuentes que hablaban de esta reunión, aunque no eran directas.
«¿De dónde conocemos a los nazis? De las películas, y en la mayoría llevan a su fascismo a niveles caricaturescos. El actor que hace de Reinhard Heydrich (Philipp Hochmair) quería mostrarse bien nazi, pero yo lo frenaba y le pedía que lo hiciera más tranquilo. Todos sabemos que fue un personaje peligroso, era la cabeza de la Gestapo, pero en la película está tranquilo y dice muy pocas palabras», reflexionó Geschonneck.
«La Conferencia» se trata de la tercera película sobre este hecho ocurrido el 20 de enero de 1942 en una mansión a las orillas del Lago Wannsee, a las afueras de Berlín. Sin tapujos, los jerarcas que van llegando hablan sobre sus ajetreados días de trabajo. Uno tuvo que aniquilar 250.000 judíos y otro alberga 1,5 millones en su campo de concentración, por ejemplo. Charlan con la misma naturalidad con la que un banquero habla de finanzas o un chacarero sobre cabezas de ganado. La situación es tranquila y casi amena para este grupo de asesinos.
«Lo particular era que el tema de esa reunión era el asesinato de once millones de judíos. Se trataba de la industrialización del asesinato en masa. Las personas que participaban de esta Conferencia estaban muy formadas y eso es muy llamativo. Ocho de los quince tenían un doctorado. Era la élite prusiana y alemana ministerial. Y una cuestión central es que las SS se arrogaban este ‘esfuerzo participativo’ en el exterminio», manifestó el director.
Para el realizador, allí se encuentra el atractivo de la película: en cómo un grupo de seres humanos, instruidos, cultos y hasta con rasgos de moralidad, se puede convertir en una aceitada máquina de matar.
«Desde el punto de vista técnico, era una dificultad poder generar tensión en un lugar donde no había un gran conflicto para desarrollar entre ellos, aunque cada uno representaba a un área y quería preservar su propios espacios de poder. El conflicto sería entre las SS y las autoridades civiles y es algo que conocemos. Por eso, la idea era tratarlo como una reunión de trabajo», insistió Geschonneck.
«El conflicto fue algo para trabajar -detalló-. Hay algo latente entre el representante del Ministerio del Interior y otro con el de la Cancillería. Como espectador, uno puede sospechar que están en contra del plan de las SS. Pero la duda no es sobre el objetivo, no era moral, sino una preocupación por el destino de sus soldados o por las leyes que ellos mismos habían impulsado. Hay una escena en la que el representante de las SS y el del Ministerio del Interior se alejan y se van a una habitación, solos, y es una de las más terribles, por lo que se habla».
Ninguno de los personajes está en contra del asesinato. La preocupación pasa por otros lados: si es factible el plan presentado por Heydich o cómo tratar a los «mestizos». También hay ciertos resabios del apego al derecho por parte de un abogado del Ministerio de Interior. Aunque todo eso se olvida rápidamente cuando se trata de hacer números y del extermino total de los judíos.
«Creo -comentó- que en realidad, los dictadores y las personas violentas se manejan de una manera tranquila… quizá no es el mejor ejemplo, pero en ‘El Padrino’, el personaje de Marlon Brando (Vito Corleone) está preocupado por su familia y haciendo su trabajo, mientras se asesinan a su alrededor. Creo que en esta película, parte de esa tranquilidad es lo que genera la tensión. Creo que eso también se da, porque el público espera otras cosas».
«Es chocante ver cierta humanidad y humanitarismo en estos personajes, como cuando se preocupan por la salud mental de sus soldados o de matar a los judíos de una forma menos dolorosa. Pero ¿por qué tendrían ese humanitarismo? Eran personas que hacían su trabajo, por más atroz que haya sido», sostuvo el realizador, a la vez que no dudó en afirmar: «Como naturalizan este proceso es lo más terrible de todo».